Saturday, September 23, 2006



Los escritores noveles son “Hijos del Hule”

Un nuevo sello barcelonés apuesta por el segmento más desvalido del mercado del libro: el de autores inéditos o poco conocidos.

Publicar el primer libro nunca fue fácil, pero hoy en día lo es aún menos. La concentración editorial de la década de los 90 polarizó el mercado entre los grandes grupos, muy atentos a las cifras de ventas, las editoriales independientes, que reclaman para sí el prestigio literario de sus autores consagrados, y los pequeños sellos que apuestan por la especialización de materias y disciplinas para hacerse un hueco en el escaparate.
¿Y quién publica a los jóvenes escritores inéditos o poco conocidos? La competitividad del mercado del libro no permite asumir demasiados riesgos y el editor que apuesta, con un poco de olfato y mucha buena fe, por autores noveles se ha convertido en una rara avis. Y para el principiante, el reino de la letra de molde es cada vez más impenetrable. A ese segmento, el más desvalido del panorama editorial, apunta el nuevo sello barcelonés Hijos del Hule.
“Intento ayudar a los autores noveles a que dan su primer paso. Es el tipo de ayuda que me hubiera gustado recibir a mí y no lo he tenido”, confiesa Lluc Berga, flamante editor y novelista. Hijos del Hule nació de las entrañas del Aula de Escritores de Barcelona, la escuela de escritura creativa que dirige Berga desde hace una década. En sus escasos siete meses de vida, la pequeña casa editora ya ha publicado ocho títulos y se presta a lanzar el noveno en los próximos días. Todos agrupados en una única colección multigenérica, Alquitara, que reúne relato, novela, poesía e infantil y juvenil. “La editorial y el Aula ahora se potencian mutuamente, pero Hijos del Hule no podría haber surgido sin el soporte previo del Aula, porque buena parte del trabajo de selección y lectura editorial se hizo de manera natural en los cursos de escritura”, explica Berga. De hecho, su incipiente catálogo está integrado por personas afines a la escuela de escritura creativa, que han participado de sus tertulias ya sea como alumnos, profesores o simples curiosos ocasionales. Pero esta no es una condición sine qua non para acceder a Hijos del Hule. La editorial recibe de buena gana los manuscritos de los escritores noveles que trabajan en solitario. Y el que se perfila con más posibilidades de convertirse en el décimo del catálogo es una novela que ha llegado al sello por esta vía. Con todo, ninguna editorial puede sobrevivir publicando sólo autores noveles. “Los escritores inéditos son mi principal preocupación”, dice Berga, pero reconoce que el inevitable próximo paso, “para darle fuerza al sello”, será “editar autores clásicos descatalogados, por los que ya no se pagan derechos”. Las finanzas de Hijos del Hule por el momento no lo permiten. “Las ganancias son mínimas, pero al menos no hay pérdidas”, aclara. ¿Cuál es el truco?
El sistema de impresión digital. La tirada continua en pequeñas cantidades permite abaratar costos y reducir riesgos. Al centenar de ejemplares de la primera horneada se le suman pequeñas tiraras continuas de acuerdo a la demanda de la distribuidora. Hijos del Hule se distribuye de momento en Cataluña, pero “nuestra meta es llegar a toda España”, añade el editor.
Y sus autores están encantados, a pesar de las dimensiones por ahora modestas del sello. “La escritura me da mucho placer, pero como no provengo del medio literario, todo el trabajo posterior que supone la publicación me da mucha pereza”, confiesa Carmen Lafay refiriéndose a las agencias literarias, los concursos de narrativa y el largo peregrinar de las editoriales con un manuscrito bajo el brazo. Lafay ejerce la medicina en el ámbito de la asistencia primaria y ha utilizado la su experiencia clínica en casos puntuales de violencia de género para su novela Yo no soy tuya.
El joven narrador chileno Rodrigo Díaz Cortez, el último novel que ingresa en el catálogo del Hule con su novela Antes de perder el sentido, define con entusiasmo el espíritu del sello. “El hule es un árbol resistente y elástico y sus frutos son un espacio de expresión para las nuevas voces narrativas, un intento de desenterrar toda una literatura omitida para las grandes editoriales”, explica el chileno.
La gratitud de Maria José Cabarcos es doble porque Cien nubes gritan surgió del Aula y su profesor se convirtió en su editor. “En el Aula descubrí que mi ritmo narrativo era de novela, y no de relato como pensaba”, dice. “La apuesta de Hijos del Hule es muy importante porque hoy nadie arriesga por los inéditos”, añade enfática.
Aún es pronto para saber si el nuevo sello logrará afianzarse y encontrar su hueco en el mercado editorial. Lo cierto es que los voluntariosos Hijos del Hule están abriendo una puerta hasta ahora cerrada a cal y canto a los noveles. Todo un mérito.


(Matías Néspolo. Suplemento Cultural de El Mundo. Viernes 6 de mayo de 2005)

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